Las bombillas de bajo consumo se han hecho hueco en todos los hogares españoles así como en las comunidades de propietarios y empresas. Pero ¿realmente es la alternativa que queríamos para bajar el consumo de la luz?
Bombillas de bajo consumo y su daño
Desde hace ya tiempo está prohibido comercializar bombillas incandescentes de más de 100 vatios dentro de la Unión Europea. Se trata de una medida aprobada por la UE en diciembre de 2008, que pretendía eliminar el uso de bombillas tradicionales en los hogares en 2012 y que a día de hoy continúa la adopción de nueva tecnología en bombillas.
Esta directiva se está llevando de manera gradual. El primer paso se dio con la prohibición de la venta de bombillas que superaban los 100 vatios de potencia. En septiembre de 2010 se prohibió la venta de lámparas de más de 75 vatios. Al año siguiente se suprimieron las que superaban los 60 vatios, para terminar en 2012 prohibiendo la venta de cualquier tipo de bombilla incandescente, a día de hoy, todavía podemos encontrar en ferreterías y comercios que nos pueden suministrar las últimas que les quedan en stock.
Con esta medida se estimaba un ahorro anual de cerca de 40.000 millones de kilovatios a la hora, que es el equivalente al consumo de 11 millones de hogares. Gracias a este ahorro energético se reducirán las emisiones de CO2 en cerca de 15 millones de toneladas al año.
Pero desde los gobiernos europeos se apostaron por las bombillas de bajo consumo (CFL) como la alternativa a la clásica bombilla incandescente, sin ni siquiera plantearse que puede existir una alternativa más eficiente como por ejemplo las lamparas LEDs.
A pesar de las ventajas de las CFL con respecto a las incandescentes en materia de consumo de electricidad, tenemos que tener en cuenta sus riesgos para el medio ambiente. Las bombillas de bajo consumo contienen mercurio, una sustancia muy tóxica para los seres vivos. Es verdad que las cantidades son pequeñas y que si se te rompe una bombilla no te morirás envenenado, pero ese mercurio es contaminante para el medio ambiente si no se recicla correctamente.
Esta apuesta por las bombillas de ahorro entra en contradicción con otra directiva europea, la de eliminar todos los termómetros de mercurio del mercado, así que quizás deberíamos plantearnos si existen otro tipo de intereses detrás de estas leyes.
Como alternativa, la tecnología LED es mucho más efectiva, duradera y limpia que las actuales bombillas de bajo consumo. Quizás sus principales desventajas sean que se trata de una tecnología muy reciente y su mayor precio en el mercado, pero lo que está claro es que probablemente esta sea la única alternativa realmente ecológica del mercado.
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